La migración interestatal sin protesta, ha sido una constante en la vida del municipio de Texcoco.
Reza un viejo dicho de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos de América: no hay peor enemigo de un mexicano, que otro mexicano. Lleva razón el dicho. Miles de historias lo confirman. Esa aseveración en Texcoco es aplicable, aunque la realidad es otra.
¿Por qué la discriminación a los migrantes pobres? ¿Por qué no se respetan los derechos humanos de los migrantes pobres? El dinero, el poder, la corrupción son los factores que en el ámbito social prevalece.
Desde la Colonia, entrado el Siglo XV, la migración sentó sus reales en tierras de Texcoco. Ganaron terreno al Lago que lleva su nombre, y el que el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), le colocará la lapida de su entierro, el que parece definitivo.
La migración de personas provenientes de los estados del sur de México, alcanzó a Texcoco en la década de los 70s del siglo pasado. El boom demográfico por las corrientes migratorias, ausencia de planeación, elevada corrupción, entre otros, favorecieron los fraccionamientos de la tierra en el oriente mexiquense.
La crisis económica de aquella época, expulsaron a miles de personas de las zonas rurales, quienes llegaron al Valle de México; Texcoco, no fue la excepción.
Nezahualcóyotl es el protagonista de la expansión demográfica de fines de los 50s y 60s; para la siguiente década, el éxodo alcanza La Paz, Chimalhuacán y amplios espacios del Distrito Federal. En los 80s, la mancha urbana se extiende a Ecatepec otros municipios del norte mexiquense. En la década de los noventas, Valle de Chalco – Solidaridad, Chicolopan, Ixtapaluca y comienza a ocupara espacios la migración en Texcoco.
Los llamados periodistas “hueseros” no han documentado las atrocidades cometidas por algunos migrantes, señaladamente los metidos a la política, los que se han significado por ser altamente corruptos; otros, por sus vicios o por sus complicidades.
La Iglesia Católica, en ésta diócesis, ha tenido cuatro obispos, ninguno de ellos originario de Texcoco. La secta religiosa asentada en el fraccionamiento El Tejocote, Cuautlalpan, es otro caso de migrantes que ahora residen en ese enclave. La migración ha pasado factura a los ejidos de La Magdalena Panoaya, Vicente Riva Palacio, San Miguel Tocuila, y otros de la franja del occidente del municipio.
Otro caso de migrantes, son el número indeterminado de funcionarios menores que han atravesado el ayuntamiento, los que se han destacado por su corrupción.
Finalmente el fraccionamiento de las tierras, propiciados por los funcionarios corruptos, como es el caso de los ejidos frente al Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT), donde han arribado cientos de personas provenientes de otras latitudes, ayudados por empleados de mala entraña y peor calaña.
El espejismo que ha generado la construcción del NAICM, atrae miles de migrantes, lo que es aprovechado por funcionarios cuya divisa principal es la corrupción y los intereses bastardos que les acompañan. Un ejemplo son las mil viviendas del Rancho Santiaguito, las que pese a las protestas, al gobierno local no le interesa defender a la población residente de Texcoco, la que irremediablemente ha perdido seguridad, tranquilidad y calidad en la dotación de los servicios públicos.
La Migración interna, campo – ciudad – campo, es otro tema que nadie observa en nuestro municipio.
La migración no solo es la que se da entre países, la interestatal es la mayor en el caso de México, y será la que ocupe el mayor número de espacios en pocos años en el territorio de Texcoco, incluido su gobierno, las iglesias de todos los signos y por supuesto los negocios de todos los sectores.





