Infecciones por hongos, atropellamiento por botes que se acercan demasiado, ruido de las numerosas embarcaciones y contaminación, son solo algunos de los problemas a los que se enfrentan las ballenas en los mares mexicanos debido al mal manejo del turismo “ecológico”.
Luis Medrano González, investigador de la Facultad de Ciencias de la UNAM, detalló que en el mundo hay 14 especies; de las cuales, ocho existen en el país, cada una con sus propios hábitos de migración o desplazamiento.
Cada año, casi 20 mil ballenas grises y seis mil jorobadas migran a las costas del Pacífico mexicano y las islas Revillagigedo, en donde encuentran sitios propicios para aparearse y cuidar a sus crías, indicó en un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Refirió que en la década de 1970, la nación fue vanguardista en la protección de las ballenas, al ser la primera en declarar zonas de refugio, pero ahora esta labor se ha visto afectada por el desarrollo poco regulado del ecoturismo, las malas prácticas de observación, el impulso del turismo general en las costas, y los planes que ofrecen visitas a lugares alejados, como islas.
El turismo es parte importante de la economía, reconoció Medrano González, pero debido a los problemas que genera cuando está mal regulado, no es el mejor ejemplo para la conservación de los recursos naturales.
México cuenta con normas de conservación y promotores turísticos adecuados, pero el problema radica en que la observación de los cetáceos es una práctica mal realizada con frecuencia, que obedece más a los afanes de lucro de personas y empresas, que a políticas de conservación o educación, expuso.
“Hay esfuerzos importantes para resolver esta situación, pero en general las malas prácticas persisten y a eso se suman otros factores, también derivados del turismo, como el ruido de las numerosas embarcaciones y el atropellamiento de estos mamíferos por parte de grandes barcos”, remarcó.
Además, se aúna la contaminación generada por los desarrollos turísticos y urbanos, con grandes cantidades de desechos que son patógenos para esos mamíferos, resaltó.
“Lo que debe existir es, primero, un desarrollo social sustentable, justo, respetuoso de la biodiversidad y el medio ambiente; además, se requiere de una mejor gobernanza y sentido de responsabilidad ambiental y social en el desarrollo de todas las actividades económicas”, comentó.
Afirmó que es posible tener turismo sustentable, pero si va aparejado con el desarrollo social y no con los grandes proyectos que benefician a pocos y afectan la vida de muchos.
Para el experto del Grupo de Mastozoología Marina, del Departamento de Biología Evolutiva es recomendable que las personas conozcan y disfruten de la llegada de las ballenas a las costas, pero es necesario que los prestadores de servicio sean responsables y tengan buenas prácticas.
Medrano González aconsejó leer la Norma Oficial Mexicana 131 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que enlista los lineamientos básicos de una buena observación turística, y estar atentos a que quienes ofrecen estos servicios turísticos la cumplan.
Con información de Notimex