Por: Pedro Velázquez Campos
Poder
TENTACIONES
Dice un viejo adagio que “el poder es bonito, aunque sea chiquito”, y es por eso que cuando llegan a espacios de poder público personas de bajo perfil, como algunos regidores de la comuna porteña, navegan de muertito, sesionan poco, no trabajan en las comisiones que les asignaron, no arrastran el lápiz para actualizar los reglamentos, pero eso sí, puntualmente cobran su quincena y gastan discrecionalmente la partida económica que denominan fondo de gestión social.
La corrupción es como un manjar, apetecible por muchos, gula responsable de penurias sin igual para la sociedad, víctima de una pequeña minoría que se aprovecha de la apatía de los ciudadanos.
Podría decirse que hay sociedades indiferentes y gobiernos que no rinden cuentas ni transparentan sus acciones, con la intención de mantener el poder no solo político, sino económico.
Es como una plaga epidémica, contagiosa, que destruye los pueblos y los mantiene en la pobreza física y moral, con la dignidad constantemente atropellada. A veces llega al punto de perder el más mínimo sentido de la realidad, de asumir como normal cualquier atrocidad.
¿Por qué nadie dice nada cuando un servidor público incurre en actos de corrupción?
Por tal motivo no es casual que en un parámetro de cero a 10, México tenga 3.6 de calificación, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción del organismo Transparencia Internacional.
ANCIANOS
La población mundial envejece y México no es la excepción. Los avances médicos y otros logros sociales han hecho que el promedio de vida se alargue, tanto en hombres y mujeres, lo que ha generado nuevos retos y problemas.
En nuestro país tendremos en menos de dos décadas un número igual de ancianos que personas en edades productivas.
Esos senectos tendrán además dos características adicionales y muy preocupantes, la primera: muchos de ellos padecerán enfermedades crónicas degenerativas, tales como diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.
Estaremos pagando la factura y con altos intereses de la obesidad y mala alimentación que por décadas no atendimos con eficiencia. Enfermedades sumamente costosas, tanto en su tratamiento como en los daños que en la vida laboral y personal genera a quienes las padecen.
El segundo elemento de esos ancianos: serán de escasos recursos económicos y carentes de seguridad social. Seremos una nación con muchos viejos, pobres y enfermos.
Es ahora cuando debemos establecer políticas públicas, familiares y personales para atender esa problemática.
Los chinos, que es un pueblo de una gran sabiduría, dicen que para la vejez hay que prepararse con cuarenta años de anticipación.
En México, no se cuenta con tanto tiempo para enfrentar ese negro panorama. Tenemos que iniciar desde este momento una batalla a contratiempo para prevenir en el mañana, los errores del ayer y del presente.
“Lo que hoy es noticia, mañana será historia”





