Algunos mitos que se han generado alrededor de estos arácnidos debido a la toxicidad de su veneno.
Se estima que los alacranes tienen más de 450 millones de años en el planeta y, aunque su evolución no ha sido radical, han sabido adaptarse y resistir a los drásticos cambios de clima. De acuerdo con Laura Valdez Velázquez, profesora-investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas, se han encontrado fósiles en el mar, y otros hasta de un metro de largo.
Durante su conferencia “Alacranes: mitos y realidades”, que impartió en el Museo Regional de Historia, la investigadora habló de algunos mitos que se han generado alrededor de estos arácnidos debido a la toxicidad de su veneno, así como de su anatomía, alimentación, gestación, y de la peligrosidad y síntomas del veneno.
Tenemos que aclarar que ningún alacrán tiene la finalidad de atacar a una persona, que sólo inyectará su veneno si se siente en peligro. Éste es su mecanismo de defensa para capturar a una presa o defenderse de su depredador. No lo hace con la finalidad de atacar a una persona”, dijo la investigadora.
De las 289 especies de alacranes que se han reportado en México, aclaró, sólo 14 se consideran tóxicas, y su nivel de toxicidad no depende del color o tamaño, pues el Centrudoides noxius (endémico de Nayarit) es el más letal y su tamaño es inferior al del Hadrurus aztecus, que mide 18 centímetros y no es tóxico.
Otra de las características es que, a pesar de aparecer más en tiempo de calor, su temperatura es fría y sólo aparecen en pareja en temporada de apareamiento: “Es falso que siempre estén en pareja, lo hacen sólo cuando necesitan aparearse. De hecho, hay un dato curioso: una vez que se aparean, el macho tiene que correr porque la hembra se lo come, lo que nos lleva a otro mito: las crías se comen a la mamá. También es falso, pues las crías se pueden convertir en presas si se bajan de la espalda de la madre”.
Otro de los mitos que se cuentan, continuó, “es que a las personas corajudas no les hace el efecto del veneno”; sin embargo, la investigadora explicó que esto no es así, lo que ocurre es que “el alacrán inoculó el veneno en otra parte antes de picar a una persona, o le picó en el pie y el veneno se quedó en el calcetín”.





