Dicen que del amor al odio hay un solo paso. De odio puede hablar Mohamed tras ser Campeón con América al vencer 3-0 (3-1 global) a Tigres.
De amor se puede extasiar la afición del América por llevar lo duodécima estrella a su escudo. De odio pueden hablar los jugadores felinos, iracundos con el arbitraje, más allá de que fueran víctimas de sus errores. De amor puede comentar el ‘Turco’ con su nombre coreado pese a la contratación de Matosas. De odio hacia su institución se pueden jactar las Águilas: son el equipo con más títulos y sin la ayuda de las películas del ‘Chanfle’… Sí, ódienlos más, se lo merecen.
Contrario a lo que fue su filosofía a lo largo de la campaña, esta vez la intención de Mohamed fue atacar de inicio con la inclusión de Sambueza, Arroyo y la sorpresa de Zúñiga desde el inicio. Las Águilas tuvieron maniatado al rival, lo cercaron a lo largo del primer tiempo, pero carecían de profundidad y chispa, sólo Rubens parecía ser el único abocado a salirse del guión.
Se respiraba tensión en el Azteca, el ambiente era espectacular, ambas aficiones se entregaron a sus escuadras, pero en lo futbolístico al partido le dolía todo, hasta que al 36′ Michael Arroyo al fin apareció en toda la campaña, aprovechó un yerro de Damián Álvarez, se quitó la barrida de Egidio, ingresó al área y definió con potente zurdazo al fondo de las redes. Jugada de crack para catapultar el éxtasis amarillo a niveles exponenciales.
A partir de ahí, el juego cambió, el ‘Tuca’ quiso ser más ofensivo a mandó al ‘Tito’ Villa a la cancha. Pero apenas estaba acomodándose a su nuevo esquema cuando al 61′ cayó el golazo de Pablo Aguilar con un cabezazo a segundo poste que Nahuel Guzmán no midió de buena forma y terminó insertándose en el ángulo superior.
Tigres se desplomó enseguida, no tuvo capacidad de reacción cuando al 64′ fue expulsado Darío Burbano por jalar como último hombre a Layún, misma suerte corrió Damián Álvarez por agredir a Sambueza al 67′ y, para rematar, Nahuel Guzmán le propinó una patada sin balón a Arroyo al 72′ cuando la jugada había acabado. El juego se descompuso, los felinos se sentían mancillados por el arbitraje de Paul Delgadillo, pero lo cierto es que terminaron pagando caro sus propios errores.
Para cuando cayó el gol de Oribe Peralta al 78′, el Azteca se había convertido en un auténtico caldero de emociones, los americanistas liberaron la tensión en pleno ante un equipo mutilado, disminuido, que no soportó la presión de las grandes batallas. Sí, América es Campeón por doceava ocasión en su historia, es tiempo de que su afición festeje, que el ‘Turco’ Mohamed agarre sus maletas y que la directiva reflexione para saber si se equivocó en las formas. Esas mismas que le costaron el puesto al argentino, pero que tienen a los de Coapa en lo más alto de la gloria del futbol mexicano.






