La depresión no diferencia. Se trata de un desorden mental que afecta a personas de todas edades, condiciones sociales y en todos los países. De hecho, entre 1990 y 2013, el número de personas que sufría depresión y/o ansiedad subió casi un 50% en el mundo. Hoy, cerca del 10% de la población global está afectada por una o ambas condiciones.
En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) eligió la depresión como tema del Día Mundial de la Salud, que se conmemora el 7 de abril.
Argentina no escapa a esta realidad. Un 16,3% de quienes participaron en la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2013 refirió estar ansioso o deprimido, siendo las mujeres las más vulnerables a los indicadores de deterioro de calidad de vida.
Los jóvenes también componen otro grupo clave a abordar en esta problemática. La Encuesta de Salud Escolar de Argentina de 2012 revela que el 27% de los consultados se sintió tan triste o desesperado que dejó en algún momento de hacer sus actividades habituales y al menos el 16,2% había intentado suicidarse. Justamente, el suicidio se presenta en el país entre las cinco primeras causas de mortalidad entre los 15 y 44 años.
Resulta clave entonces estar atentos a los posibles desencadenantes. El riesgo de padecer depresión se agrava por factores como la pobreza, el desempleo y acontecimientos vitales como la muerte de un ser querido o la ruptura de una relación, una enfermedad física y problemas causados por el uso de alcohol o drogas. La depresión, además, genera una altísima carga de discapacidad en el mundo.
Hablar con personas de confianza puede ser el primer paso hacia la recuperación. De hecho, el lema elegido por la OMS para abordar este tema es «Hablemos de la depresión». La mayoría de las personas se sienten mejor tras conversar con alguien que se preocupa por ellas, sin juzgarlas.
Para las personas que puedan estar afrontando una situación difícil, ser auténtico y genuino con los que están cerca puede colaborar para lograr un cambio importante. Ayuda mucho además hacer actividades que permitan relajarse. Está probado clínicamente que el ejercicio regular puede ser tan efectivo para tratar la depresión leve como los antidepresivos.
Afortunadamente, la depresión se puede prevenir y tratar. Y no debe ser un tema para avergonzarse. A cualquiera le puede tocar. Lo bueno es saber que la ayuda de un profesional, la contención de personas cercanas y, en definitiva, hablar, pueden ser el primer gran paso.
(*) Representante de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud en Argentina.





