Piden no descuidar la atención al dengue

En entrevista, Francisco Espinoza Gómez, investigador de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Colima, dijo que si
bien la tasa de letalidad del dengue es menor al uno por
ciento, mientras que del COVID-19 es del diez por ciento, en
ambas enfermedades la mayoría de personas serán portadoras asintomáticas. En el caso del dengue, el 80% no tendrá
complicaciones, mientras que el resto la presentará “con
signos de alarma” y como “dengue grave”.
El dengue con signos de alarma es el más popular; se manifiesta con fiebre conocida como quebrantahuesos o trancazo,
superior a los 39 grados, con dolores musculares, dolor
retroocular, fuerte dolor de cabeza, vómito y salpullido.
Mientras que, en el dengue grave, conocido anteriormente
como hemorrágico, el paciente presenta dolor abdominal y
vómito persistente, con tendencia a sangrados por encías,
boca, mediante heces o por vagina.
Espinoza Gómez, quien lleva 28 años trabajando con esta
enfermedad, recordó que el virus del dengue tiene un periodo
de incubación que va de siete a diez días después de la
picadura de un mosquito infectado, y que la enfermedad, por
lo común, dura entre dos y siete días. Recomendó, además,
que una vez que se perciban los primeros síntomas debe
acudirse al médico, ya que la enfermedad podría complicarse
entre el tercero y séptimo día, generando el llamado dengue
grave.
“Hay ocasiones en que el paciente comienza a ponerse enfermo hasta el séptimo u octavo día y el virus ya ha desaparecido
del cuerpo; entonces, cuando llega al hospital uno busca el
virus y no está. En esta situación, se dice que los síntomas que
presenta se explican más por la reacción inmune del cuerpo
que por el virus en sí mismo, pero no deja secuelas a largo
plazo. En esta fase es cuando hay mayor riesgo de desarrollar
las formas graves de la enfermedad”, agregó.
En la actualidad, comentó, “se ha estado ensayando una
vacuna tetravalente, contra los cuatro serotipos del dengue,
que ha mostrado resultados alentadores y posiblemente se
comience a aplicar próximamente en nuestro país. Sin embargo, tiene un inconveniente: no genera anticuerpos contra los
cuatro tipos de dengue en todas las personas. En ciertos
casos, si la persona tiene un anticuerpo contra determinado
serotipo pero se infecta de otro, podría enfrentar un cuadro
mucho más riesgoso”
Por estas razones, sugirió, “es importante que mientras no se
cuente con vacunas o manejos específicos para la enfermedad,
se le dé importancia a la estrategia de prevención y control,
que deberá ser entre comunidad y autoridades”, sobre todo,
aseguró, en regiones costeras como Colima, pues es allí donde
se presentan las condiciones adecuadas para la reproducción
del mosquito Aedes aegypti, ya que “la transmisión de la enfer- medad no ha podido ser eliminada a pesar de las intensas
campañas de fumigación o la eliminación de criaderos”.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por la Universi- dad de Colima y la Secretaría de Salud en el estado, las
acciones más relevantes que debe realizar la autoridad en este
tema son “la fumigación extensa y puntual de todas las zonas
habitacionales y públicas, tanto en época de secas como de
lluvias y la aplicación masiva y simultánea de antilarvarios
(Abate) en todos los recipientes artificiales, con especial
énfasis en aquellos contenedores de agua grandes como
aljibes, fuentes, instalaciones subterráneas, en fábricas,
edificios de oficinas, escuelas y no solamente en los pequeños
cacharros domésticos”.
Recomendó a la población “vigilar de manera constante los
contenedores con agua (dentro y alrededor de la vivienda) en
busca de las larvas del mosquito (maromeros), ya que éstos
frecuentemente se desarrollan en contenedores aparente- mente limpios como floreros, desagües pluviales, fuentes o
artefactos huecos dejados a la intemperie como llantas, botes
y envases. Es importante abrir puertas y ventanas al paso de
la camioneta fumigadora y realizar fumigaciones intra-domésti- cas con productos bio-compatibles cuando haya presencia de
mosquitos en casa”.
Aunque estas recomendaciones parecen muy simples, dijo, la
Secretaría de Salud y la UdeC pudieron documentar, en una
revista especializada, que entre 2010 y 2018 se logró reducir
la tasa de casos de dengue en Colima; “sin embargo, durante
2019 y lo que va del 2020 esta estrategia ha sido abandonada
y solamente se aplican fumigaciones focales donde se notifica
algún brote”.
“No sabemos cómo vaya a comportarse la combinación de
dengue más COVID-19 en este contexto de escasez de
pruebas diagnósticas y de fumigaciones masivas, pero seguramente no será favorable. Por lo pronto, una medida que sería
eficaz para prevenir ambos problemas es evitar las aglomeraciones humanas, ya que nuestro equipo de trabajo ha
demostrado que el mosquito prefiere el día para alimentarse”,
finalizó Espinoza-Gómez.