Al inicio de los años 70´s ganaban más de 500 pesos al día y dejaban servicios pendientes, ahora apenas realizan 10 boleadas a la semana para obtener lo que percibían diariamente
Han pasado más de 30 años desde que Paulo Santoyo Martínez, se inició como aseador de calzado, oficio que está agonizando como gran parte del comercio que se ejerce en el centro de Manzanillo por los trabajos mal planeados que ejecutan e incluso están en riesgo de desaparecer.
Explicó que al inicio de los años 70´s ganaban más de 500 pesos al día y dejaban servicios pendientes, ahora apenas realizan 10 boleadas a la semana para obtener lo que percibían diariamente, pues su costo no supera los 30 pesos, es decir la demanda de mano de obra cayó considerablemente.
Indicó que ahora se observa mucho desinterés de las nuevas generaciones para buscar el servicio del bolero, además los zapatos de ahora están hechos de piel sintética que no requieren los cuidados del calzado de antes, sin olvidar que aparecieron los tenis, sandalias y huaraches, mismos que no requieren el servicio.
Expresó que también al reubicar muchas oficinas del centro de la ciudad les quitó clientela, los que acuden al primer cuadro de la ciudad están buscando otras cosas y no el aseo de su calzado, por lo que conforme pasa el tiempo el riesgo de desaparecer es mayor.





